jueves, 17 de diciembre de 2009

Shinjuku Triad Society


(Shinjuku kuroshakai: Chaina mafia sensô) Japón, 1995. 100m. C.
D.: Takashi Miike
I.: Kippei Shiina, Tomorowa Taguchi, Takeshi Caesar, Ren Ôsugi

El cuerpo desnudo de un joven, tumbado boca abajo en una cama; un cuerpo tirado en la calle, con la cabeza separada del tronco. Esta es la presentación de Shinjuku Triad Society, el primer film de Takashi Miike realizado para su exhibición en los cines. En la primera parte de la denominada trilogía "Triad Society" todos los personajes, todos los bandos (por un lado la policía, por el otro, la yakuza) se mueve siguiendo lo dictado por el deseo. Todo se reduce al cuerpo, al físico.

Los yakuza no trafican con droga o dinero negro, sino con el tráfico de órganos. Órganos infantiles vendidos al mejor postor que pueden arreglar la situación económica de una familia entera. Las relaciones afectivas están de más. En los interrogatorios no se utiliza la violencia, sino la humillación sexual. Y la decisión de atacar al clan yakuza rival no se toma en función de expansión del poder o por motivos territoriales, sino por la traición de un amante.

En este círculo de pasiones desatadas, dos hermanos se enfrentarán cada uno desde uno de los bandos. Kiriya, policía, quiere evitar que su hermano, abogado al servicio de los yakuzas, entre en esa espiral delictiva. Pero, en realidad, de lo que tiene miedo es de la corrupción de su cuerpo. Así, le repetirá en varias ocasiones a Wang, el líder del clan, que no le toque. Wang utiliza su poder físico a la hora de tratar con los demás (exhibiendo su pene en las reuniones o cortándose con los pedazos de cristal de un vaso que él mismo ha roto). Los acercamientos sentimentales son inútiles y, finalmente, todo tendrá que resolverse en una explosión de violencia en la que cada puñetazo, cada patada, sustituye una frase, un ruego. Un perdón.

Esta obsesión por el cuerpo puede venir dictada por el crisol idiomático en el que se mueven los protagonistas. Chinos y japoneses, triadas y yakuzas, se mueven en un mismo terreno, confundiéndose. Cuando, durante un interrogatorio, un sospechoso insiste en hablar un dialecto que sólo él comprende, la vía para hacerle habar será la sodomía, la violación extrema de su cuerpo. El intercambio de mensajes se ve impelido por una barrera idiomática que lleva a la actuación física.

Shinjuku Triad Society es una película seca. De planos frontales. De ritmo mesurado, carente de estridencias. Miike filma con el mismo aplomo el paseo del protagonista con sus ancianos padres como una masacre entre bandas. Lo misno le da la felación que hace un chapero para conseguir un cuchillo que le gusta que el polvo de una pareja que celebra su libertad. Todo es mostrado con el mismo distanciamiento. Miike no se permite caer en el sentimentalismo porque, al igual que sus personajes, sabe que ese un lujo que no te puedes permitir cuando te mueves en un universo amoral.

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