sábado, 20 de febrero de 2010

Shutter Island

(Shutter Island) USA, 2010. 138m. C.
D.: Martin Scorsese
I.: Leonardo DiCaprio, Mark Ruffalo, Ben Kingsley, Max von Sydow

En el cine de David Lynch la electricidad suele ser el medio por el cual se manifiesta la presencia del mal. Ya sea una luz parpadeante, un ventilador que no para de girar o el crepitar constante de una televisión mal sintonizada, sirve para comunicarnos que bajo las imágenes que vemos se agazapa la oscuridad, el terror, en suma, lo extraño. Es de esta manera como Lynch consigue manipular las imágenes, convirtiendo acciones cotidianas en una fuente constante de tensión. A lo largo de Shutter Island la presencia, y la inactividad, del aparato eléctrico es contínua. Cada vez que el agente Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) sufre uno de sus terribles dolores de cabeza, éste es subrayado con los relámpagos de la tormenta que castiga constantemente la isla donde suceden los hechos. Este subrayado parece querer informarnos que lejos de una típica jaqueca, esos dolores de cabeza esconden algo más: en la cabeza del protagonista está la clave del misterio.

Desde el mismo comienzo de la película, con la conversación de Daniels con su compañero, Chuck Aule (Mark Ruffalo), en el ferry que les lleva a la institución mental Ashecliffe, situada en la remota, y casi inaccesible, Shutter Island para investigar la desaparición de uno de sus peligrosos pacientes, Scorsese subjetiviza el relato. La entrada en el manicomio es esencial: una serie de travellings nos acercan a las enormes puertas que sellan el lugar, acompañados de las agresivas cuerdas de la National Polish Radio Symphony, y nos introducen en el territorio del terror. La trama netamente pulp de Shutter Island es cortocircuitada constantemente por una serie de extraños personajes y misteriosos sucesos que surgen de la alucinada perspectiva del protagonista. De esta manera, las estancias y los pasillos del centro dejan de ser un tablero en el que recoger pistas o buscar indicios para transformarse en un pavoroso territorio de las pesadillas. Un escenario abstracto del que nunca llegaremos a tener una visión completa, como si sólamente conocieramos aquello de lo que el protagonista es consciente.

A medio camino entre Taxi Driver (los ecos de la guerra resuenan constantemente en la cabeza del protagonista, cuya traumática experiencia en los campos de concentración alemanes supone una herida que jamás llega a cicatrizar) y Carretera perdida (las esquinadas soluciones a las que la mente recurre para esquivar un trauma que le resulta imposible asimilar), con apuntes del Kubrick de El resplandor (los paseos a través de una geografía mental más que espacial y el recurso a las imágenes de choque tanto para impactar al espectador como para desvirtuar el relato), Shutter Island supone un ejercicio cinematográfico exigente con el espectador, en el que cada decisión de puesta en escena es una pista para desentrañar el misterio (incluso lo que se pueden considerar errores son, en realidad, avisos del director acerca de unos sucesos que esconden mucho más de lo que parece) y con el que Scorsese consigue alguna de las imágenes más fascinantes de los últimos años de su carrera (las subyugantes y sobrecogedoras secuencias oníricas) y también de las más dramáticas (el flashback del lago, terrible y hermoso a la vez, cuya densidad emotiva viene dada por la entregada interpretación de Leonardo DiCaprio). Desgraciadamente, este envoltorio sugerente es anulado por la necesidad de evaporar el misterio a través de las explicaciones. El encomiable esfuerzo del director por construir un enorme trampantojo en el que nosotros tengamos que elegir qué es lo tangible y qué lo imaginado, en suma, jugar con las imágenes que nos da, acaba encallando en el territorio de lo convencional. O lo que es lo mismo, David Lynch para dummies.


1 comentario:

fer1980 dijo...

Esta vez estoy de acuerdo contigo (casi, ese 2 me parece escaso), creo que estaríamos hablando de una cosa totalmente distinta si la película jugara en el terreno de la ambigüedad, si no mostrara a las claras que es lo que esta pasando, aún así me gusto mucho, creo que tiene una atmósfera excepcional y que consigue mantenerte pegado a la pantalla toda la película, pero si , pienso que podría ser mucho más grande de lo que es.