sábado, 24 de abril de 2010

Pesadilla final. La muerte de Freddy

(Freddy's Dead: The Final Nightmare) USA, 1991. 105m. C.
D.: Rachel Talalay
I.: Robert Englund, Lisa Zane, Shon Greenblatt, Lezlie Deane

Los créditos finales de Pesadilla final. La muerte de Freddy pueden verse como una doble declaración de principios: dividida la pantalla en dos partes, mientras en la izquierda, sobre fondo negro, aparecen los créditos finales de rigor, en la derecha asistimos a una sucesión de imágenes de las entregas anteriores cuyo ritmo parece marcado por la canción de Iggy Pop que suena como columna sonora. Como colofón de una saga, qué mejor que una recopilación de los mejores momentos de la serie, que a la vez sirva tanto de homenaje como de divertido examen para el aficionado, quien puede intentar reconocer cada una de las imágenes. De esta manera, el aficionado que ha seguido fielmente toda la serie puede recibir esta (supuesta) última entrega como un premio a su fidelidad: una película pensada exclusivamente para él.

Pero también ese "greatest hits" puede servir como recordatorio de una manera de entender la serie de la cual
Pesadilla final. La muerte de Freddy parece querer alejarse: muy lejos del exhibicionismo pirotécnico de las últimas entregas, la película de Rachel Talalay intenta recuperar el tono sombrío de las primeras entregas, un tono que ya había sumergido a la quinta parte en las sombras pero que aquí es llevado mucho más lejos pues las propias pesadillas resultan mucho menos espectaculares y los efectos especiales menos protagonistas. Prácticamente no hay alusión alguna a los hechos acontecidos en las entregas anteriores y el film se nos muestra como una continuación/remake de la primera Pesadilla en Elm Street: volvemos al pueblo de Springwood, el cual por primera vez nos es mostrado más allá de los hogares de los protagonistas. En este sentido, la película se acoge en algunos momentos a un punto de vista más objetivista, pues nos muestra las consecuencias de los ataques de Freddy no en sus víctimas, sino en lo que las rodea. Aquí nos encontramos con las mejores escenas del film, con un pueblo habitado exclusivamente por adultos y, por tanto, condenado a la extinción. Sin duda, estamos ante uno de los momentos más escalofriantes de la serie, pues contemplamos el sentido de la venganza de Freddy: su objetivo no era matar jovencitos, sino arrebatar la inocencia y la vitalidad a todo un pueblo, al igual que éste le quitó la vida a él.

Pero, al igual que ocurría en
Pesadilla en Elm Street 5, una lucha constante se libra a lo largo del metraje: sin duda, el Freddy Krueger de Pesadilla final. La muerte de Freddy es uno de los peores de la saga, armado con chistes facilones y carente por completo de cualquier hálito de maldad. Más que una criatura sobrenatural con sed de venganza parece un niño engreído y caprichoso dispuesto a llamar la atención a cualquier precio sin que se tome muy en serio nada, más grave cuanto estamos ante una película que investiga en su pasado, en sus orígenes, incluso en su psicología. Una investigación que se salda con resultados harto decepcionantes, pues banaliza enormemente su figura a través de la representación de unos traumas/obsesiones estereotipados (sólo destaca la imagen de Freddy como padre de familia que vive con los suyos en una enorme y bonita casa, con un cuidado y brillante jardín, perfecto ejemplo de las máscaras del respetuoso y educado vecino de al lado).

En ocasiones más cerca del capítulo final de una soap opera que de un film de terror, el clímax de
Pesadilla final. La muerte de Freddy resume y puntualiza los defectos del film: un enfrentamiento en el mundo real tan poco atractivo como desganado, sin fuerza ni densidad y, al igual que el resto del film, rodado con una aparatosa falta de ideas. Para ser la muerte de Freddy estamos ante el final menos espectacular de la serie. Al menos, podremos dormir en paz.

2 comentarios:

Txema SG dijo...

Recuerdo cuando se estrenó que la vi en el cine, y que las escenas cutres en 3d eran muy escasas, todavía te daban aquellas gafas de dos colores y cuando había que ponerselas te avisaban con un iconito en la esquina de la pantalla.

Visto hoy, parece muy bizarro.

José M. García dijo...

Sólo el final era en 3D. Lo gracioso es cómo lo introducían en la historia, ya que la protagonista tenía que ponerse las gafas para entrar en el mundo de los sueños. Todo bastante ridículo.