viernes, 29 de octubre de 2010

La red social

(The Social Network)
USA, 2010. 121m. C.
D.: David Fincher P.: Dana Brunetti, Ceán Chaffin, Michael De Luca & Scott Rudin G.: Aaron Sorkin, basado en el libro de Ben Mezrich I.: Jesse Eisenberg, Rooney Mara, Andrew Garfield, Justin Timberlake F.: 2.35:1

Cuando se supo que la nueva película de David Fincher iba a versar sobre el nacimiento de Facebook surgieron no pocas voces cuestionando el interés que podía tener un tema así. Pero, a estas alturas, tras los determinantes estrenos de Zodiac y El curioso caso de Benjamin Button, si había alguna certeza acerca de ese proyecto es que, posiblemente, al director de Seven no le interesaba tanto la creación de la revolucionaria página web, como el panorama humano y social del que surge. En La red social, el desarrollo de la página Facebook supone un críptico ruido de fondo (a base de líneas de código, algoritmos, hackeos) sobre el que se mueven una serie de figuras humanas cuyas acciones, comportamientos y, sobre todo, sentimientos (o su falta) son el auténtico interés el film.

Con La red social se confirma el objetivo de la filmografía de David Fincher: una radiografía del devenir social y emocional del ciudadano moderno: Seven (el retrato apocalíptico de unos tiempos finiseculares), The Game (el broker triunfador de los 80 convertido en un solitario vampiro anímico en los 90), El club de la lucha (el desencanto de la generación X en forma de viaje esquizofrénico), La habitación del pánico (la creciente paranoia que surge en un clima de hiperseguridad) y Zodiac (el psycho-killer como motor oculto de un fresco histórico) suponían un retrato fragmentado del S.XX. Un retrato que resumía y cerraba El curioso caso de Benjamin Button con su repaso a casi cien años de existencia a través de la fantástica mirada de un ser único. La red social supone el acercamiento de Fincher al S.XXI y para ello que mejor que dirigir su atención al medio que ha modificado las relaciones humanas: Internet.

Las secuencias que abren y cierran La red social resultan tangenciales a la hora de entender, descifrar, el sentido último del film: la rima entre estas dos secuencias nos descubre la gran paradoja que surge de la creación de Facebook: el código de programación que ha unido a más de 500 millones de personas en todo el mundo surge de la mente de un inadaptado social herido de amor. Mark Zuckerberg es la reencarnación high-tech de la figura del genio superdotado incapaz de utilizar su talento a la hora de congeniar con sus semejante (Mark habla y actúa como si siguiera una lógica binaria). En este sentido, Facebook supone la mayor (y más rentable) venganza sentimental de la historia de la humanidad: cuando Mark rechaza una perpectiva industrial/económica sobre su creación no lo hace por una cuestión de principios ni de altruismo, sino porque, para él, Facebook es parte suya, un trozo de sí mismo, de su resentimiento y, también, su mirada del mundo, que se ha hecho universal.

Fincher utiliza esa devastación emocional para construir una narración fría, rígida, que evita cualquier caída en el sentimentalismo o el sensacionalismo: el acercamiento a las grandes fiestas, regadas de alcohol, sexo fácil y drogas está contagiada del distanciamiento que produce un mensaje en un foro de Internet. Así, la estructura de La red social no puede resultar más coherente: la fragmentación de los hechos narrados (un mosaico de tiempos verbales y puntos de vista) se asemeja a las diferentes ventanas de conversación de una sesión abierta de un chat. La red social hace gala de un falso clasicismo o del resultado de un clasicismo post-internet: construida a base de primeros planos, siguiendo el esquema básico plano-contraplano, con escasos movimientos de cámara y casi sin estridencias visuales (la escena de la competición de regatas es, en este sentido, una pequeña salida de tono), pero sometido al ritmo y a la urgencia impuesta por la velocidad de las conexiones de banda ancha.

Al término de la proyección de La red social resulta difícil odiar la figura de Mark Zuckerberg o considerarlo el villano de la historia. La demoledora secuencia final no sólo sirve para definir el personaje de Mark, sino que, también, supone el retrato de toda una nueva generación: la espera angustiosa porque suene el teléfono ha sido sustituida por el F5 de nuestro teclado: los medios de comunicación e interacción social evolucionan y mutan, pero el fondo sigue siendo el mismo: la desesperada huída del ser humano de ese agujero negro llamado soledad.

7 comentarios:

Txema SG dijo...

Esta tarde voy al cine a verla, ya comentaré que tal.

José M. García dijo...

Espero que la disfrute y, por supuesto, pásese por aquí para comentarlo.

el cautivo dijo...

Película muy muy sólida y a la vez muy coherente con el cine de Fincher. Hace poco comentaba que Fincher no es un autor pues no tiene nada que decir, pero como usted explica creo que sus películas son una radiografía de la realidad humana en el siglo XXI. Y que mejor que una película sobre el Facebook para ello.
La verdad es que tiene un mérito tremendo conseguir que un argumento como éste sea atractivo y mantener la atención del espectador en todo momentos aunque la película esté plagada bien de vericuetos legales o de vocabulario de programación que en otras manos sería la mar de tedioso.
Por supuesto el centrar la mirada en los personajes es el acierto definitivo. La capacidad de ser genio reñida con la capacidad de ser persona ("pensarás que no caes bien a la gente por ser un friki, y no es verdad. No caes bien a la gente por ser un gilipollas. Que grande, grande es el guión de Sorkin)
Y como mantengo desde Zodiac Fincher da en el clavo en saber qué necesita cada película. Si la ambientación setentera y pseudodocumental de Zodiac, y el aire fabulesco y onírico que impregnaba Benjamin Button hacían subir creces sendas películas, lo mismo pasa en la Red Social, donde el montaje sincopado o la música moderna y la ausencia de la dirección virtuosamente artificial de antaño se ajustan como un guante a todo lo que está contando. Un acierto pleno

Txema SG dijo...

Me ha gustado mucho, pero vamos creo que casi todo el mérito debe ser por el guión de Sorkin. Los protas muy bien incluso garfield, y Timberlake ha resultado una sorpresa agradable.

Lo más curioso es la que monta el prota por un polvo mal llevado XD

General Gato dijo...

Joder con este posteo. Por lo general las opiniones de Int tienden a parecerse a las mías (bueno, cuando coincidimos en ver las mismas pelis), pero es que aquí la cosa es casi telepática, ¡si reproduce casi punto por punto todo lo que pienso de la peli! Como que empieza a dar sustito...

Mi propio comentario va mañana domingo. Con un enlace a este posteo en la sección "Otras páginas sobre 'La Red Social'".

Saludos.

José M. García dijo...

Yota: el trabajo de Fincher me parece mayúsculo precisamente por su, relativa, invisibilidad. No sólo acompaña el excelente guión de Sorkin (el diálogo del comienzo es invención suya así como la estructura fragmentada), sino que le da ritmo y fuerza.

Ahí está el mensaje de la peli, la tecnología de las comunicaciones avanzan, pero el motor que las mueve es el mismo.

General Gato: menos que mal que lo he publicado antes y no hay duda de plagio (a menos que inventemos el concepto del plagio psíquico).

Estaré atento a su post. Gracias por el enlace.

José M. García dijo...

El cautivo: (¡me olvidaba de usted!) yo no estoy muy seguro de que Fincher sea un autor. Sí parece que tiene unos intereses identificables, pero creo que le falta una visión personal del mundo. Ahora bien, es un excelente artesano y ya es hora de dejar de utilizar este concepto con ánimo peyorativo: un narrador de cualidades portentosas y que, como bien dice usted, sabe adaptarse a lo que el film necesita.