miércoles, 19 de enero de 2011

El gato de las nueve colas

(Il gato a nove code)
Italia/Francia/Alemania, 1971. 110m. C.
D.: Dario Argento P.: Salvatore Argento G.: Dario Argento, basado en una idea de Dario Argento, Luigi Collo & Dardano Sacchetti I.: James Franciscus, Karl Malden, Catherine Spaak, Pier Paolo Capponi F.: 2.35:1

Los irregulares resultados de El gato de las nueve colas son la consecuencia de una serie de paradojas que forman el cuerpo de la segunda película de Dario Argento tras el éxito de El pájaro de las plumas de cristal. La primera de las cuales apunta a las mismas motivaciones del misterioso asesino: una persona normal que, de súbito, se ve impelido a matar para ocultar que, geneticamente, está programado para hacerlo. Una paradoja que funciona como metáfora del género: el giallo construye una serie de universos cerrados en los cuales los verdugos y las víctimas se mueven bajo los hilos de un demiurgo que dicta sus acciones. Por mucho que intenten evitarlo, están guiados por el destino para actuar de una determinada manera.

El vago trasfondo de ciencia-ficción que sustenta la trama cromosomática que propone Argento como base de su misterio le sirve para subrayar el componente fantasioso del género, en contraste, y he aquí una nueva paradoja, con el realismo visual de la película. En El gato de las nueve colas Argento pone en evidencia los orígenes del giallo dentro de la literatura negra popular italiana, alejándose de la abstracción de la que hacía gala El pájaro de las plumas de cristal para desarrollar un tono más cálido e intimista. Al contrario que el novelista de aquel film, los protagonistas de El gato de las nueve colas, el periodista Carlo Giordani junto al invidente Franco Arno y su pequeña sobrina Lori, no son el objetivo principal del criminal, al menos inicialmente, lo que les permite un distanciamiento con el caso que potencia el componente policíaco de la investigación en detrimento de la atmósfera. El gato de las nueve colas guarda una importante lección: el guión es un peso insondable para la libertad del giallo.

La siguiente paradoja la protagoniza el propio Arno: la importancia de la mirada en una película protagonizada por un ciego. Si en El pájaro de las plumas de cristal el director de Phenomena establecía la imagen de las manos enguantadas del asesino como icono del género, en El gato de las nueve colas amplía el catálogo iconográfico a través de los impactantes primerísimos planos del iris del asesino. Un recurso visual que no sólo es utilizado como medio narrativo (señalar la presencia del peligro), sino que le sirve al cineasta italiano como marca de autenticidad: el inserto como medio dinamitador de la ortodoxia del relato. Porque, aunque en conjunto El gato de las nueve colas se nos aparezca como un producto más convencional que El pájaro de las plumas de cristal, a lo largo del metraje Argento reparte una serie de planos cortos desestabilizadores producto de un montaje más asociativo que narrativo.

Un ejemplo de lo dicho lo encontramos en el propio Arno cuya ceguera parece haber activado un nuevo sentido, siendo capaz de recibir una serie de imágenes mentales que nos introducen en el terreno de lo parapsicológicos. Al poco de iniciarse el film, mientras Arno está en su estudio realizando un crucigrama, presiente el ataque que se está produciendo en la calle (Argento inserta el plano detalle de la víctima recibiendo el golpe en la cabeza); más adelante, cuando comunica a Giordani que Lori ha sido secuestrada, aparece fugazmente la imagen del maltrato que ésta está recibiendo cuando aún no se ha producido: un flashforward que dota a Arno del poder de la clarividencia -no por casualidad, los protagonistas se encuentran en un cementerio-.

De esta manera, El gato de las nueve colas se muestra a sí misma como una gigantesca paradoja: en sus imágenes encontramos destellos de la personalidad futura de su director (la tremenda fisicidad de los ataques del asesino, destacando el personaje brutalmente arrollado por un tren: el tremendo primer plano que nos enseña como la cabeza choca con la máquina) a la vez que un ligero retroceso con respecto a lo visto en su ópera prima, dando lugar a un conjunto sin armonía en el que lo discursivo se acaba imponiendo a lo atmosférico.

2 comentarios:

fabian andres aguirre valencia dijo...

Una de los metrajes más populares del director. El guion escrito por el propio Argento, junto con Luigi Collo y Dardano Sacchetti nuevamente tiene como escenario la gran ciudad, en la cual un misterioso crimen que involucra una investigación genética en un importante laboratorio, atrae a un maduro investigador retirado (el notable actor Karl Malden), que es ciego y vive con una niña a la cual cría y protege. Convertido en el protagonista de la historia, debido a su incapacidad acude a un joven periodista (papel a cargo del actor James Franciscus) con quien darán inicio a una busqueda en la cual el tipico asesino del giallo, sin rostro y omnipresente, comete terribles crímenes alrededor de ambos, como por ejemplo, en una magistral secuencia en la estación del metro, donde un tren a toda velocidad acaba con un testigo empujado a las vías por las manos del asesino, lo que ocupa un primer plano que resulta impresionante.

José M. García dijo...

Bienvenido Fabián. Y gracias por esta reseña en toda regla. Aunque sí que "El gato de las nueve colas" es todo un clásico del giallo, no sé si hoy en día es de los más populares de Argento como indicas. Más teniendo en cuenta que estilísticamente no es representativo de su estilo. También puede ser algo personal, ya que yo cuando pienso en Argento lo primero que me viene a la cabeza es "Suspiria".

Un saludo.