Posteo la reseña que escribí para el concurso que organizó la web Zona Negativa y cuyo premio era el recientemente publicado Grandes Autores de Batman: Frank Miller Box Set. Las bases eran sencillas: escribir una reseña sobre cualquier título editado hasta el momento por la editorial ECC, incluídas las obras contenidas en la mencionada caja dedicada al autor de Ronin. En mi caso, decidí hacerla sobre el polémico y últimamente muy reivindicado El contraataque del Caballero Oscuro, más conocido como DK2, auque en esta ocasión no he tenido suerte.
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El coontraataque del Caballero Oscuro, por Frank Miller y Lynn Varley
En las primeras páginas del Libro Uno de Batman: el contraataque del Caballero Oscuro encontramos la imagen más poderosa de toda la obra: durante un discurso en directo, el presidente de los Estados Unidos, de repente, se pixela. No se trata de un fallo de la retransmisión, como se encarga de aclarar la presentadora de News in the Nude, sino que la propia persona, delante de los ojos de los espectadores, se ha deformado en un cúmulo de bits. Como se encarga de denunciar James Olsen en la página siguiente, la personalidad más importante del mundo es un programa informático.
Esta idea marca las diferencias entre el previo El regreso del Caballero Oscuro y esta su tardía continuación. Si en aquella mítica obra Frank Miller deconstruía la figura del superhéroe, partiendo de su debilidad humana, para profundizar en la esencia mítica del arquetipo, aquí el guionista de Año uno se dedica a elaborar un escenario apocalíptico, cuya base está tomada de la actualidad política e ideológica en la que nace el cómic, en el que Batman surge como un elemento externo. Meses antes de los atentados del 11 de septiembre, Batman y su ayudante Carrie (antigua Robin, convertida ahora en Cat-Girl) estrellan el Batmóvil en la torre de oficinas de Lex Luthor: de héroe mítico, el hombre murciélago toma la forma de un agente subversivo dispuesto a devolver el Orden a base de fuego y furia. “Aterrorizar. Lo mejor de este trabajo”, dice un satisfecho Batman. Este es el motivo por el cual el protagonismo de la acción cae en los hombros de Superman. En Batman: el contraataque del Caballero Oscuro Batman no es tanto la figura principal de la acción como un símbolo dinamizador en las sombras.
Pero el estilo caricaturesco y tendente a la abstracción del que hace gala el dibujo de Miller, unido a los explosivos colores de Varley, transforma el escenario de Batman: el contraataque del Caballero Oscuro en la metáfora de un universo en decadencia: el del cómic de superhéroes. Autoerigido en contestatario enfant terrible, Frank Miller desarrolla una histérica parodia del género: el trazo feísta, el balance entre lo espectacular y lo ridículo, la reducción de los iconos más representativos del universo DC a un cúmulo de clichés degradantes y los incomprensibles giros argumentales hacen de Batman: el contraataque del Caballero Oscuro una obra tan mediocre como irresistiblemente divertida en su apuesta por el delirio gamberro. En suma, todo un corte de mangas a todos aquellos que, durante años, suspiraban por una continuación de El regreso del Caballero Oscuro (empezando por la propia DC Comics). Lástima que a la luz de los resultados de los posteriores trabajos de su autor (incluyendo la demencial adaptación cinematográfica The Spirit) El regreso del Caballero Oscuro ya no se nos aparezca como un delirante escupitajo de bilis, sino como la constatación químicamente pura de la decadencia de una personalidad otrora imprescindible.
Esta idea marca las diferencias entre el previo El regreso del Caballero Oscuro y esta su tardía continuación. Si en aquella mítica obra Frank Miller deconstruía la figura del superhéroe, partiendo de su debilidad humana, para profundizar en la esencia mítica del arquetipo, aquí el guionista de Año uno se dedica a elaborar un escenario apocalíptico, cuya base está tomada de la actualidad política e ideológica en la que nace el cómic, en el que Batman surge como un elemento externo. Meses antes de los atentados del 11 de septiembre, Batman y su ayudante Carrie (antigua Robin, convertida ahora en Cat-Girl) estrellan el Batmóvil en la torre de oficinas de Lex Luthor: de héroe mítico, el hombre murciélago toma la forma de un agente subversivo dispuesto a devolver el Orden a base de fuego y furia. “Aterrorizar. Lo mejor de este trabajo”, dice un satisfecho Batman. Este es el motivo por el cual el protagonismo de la acción cae en los hombros de Superman. En Batman: el contraataque del Caballero Oscuro Batman no es tanto la figura principal de la acción como un símbolo dinamizador en las sombras.
Pero el estilo caricaturesco y tendente a la abstracción del que hace gala el dibujo de Miller, unido a los explosivos colores de Varley, transforma el escenario de Batman: el contraataque del Caballero Oscuro en la metáfora de un universo en decadencia: el del cómic de superhéroes. Autoerigido en contestatario enfant terrible, Frank Miller desarrolla una histérica parodia del género: el trazo feísta, el balance entre lo espectacular y lo ridículo, la reducción de los iconos más representativos del universo DC a un cúmulo de clichés degradantes y los incomprensibles giros argumentales hacen de Batman: el contraataque del Caballero Oscuro una obra tan mediocre como irresistiblemente divertida en su apuesta por el delirio gamberro. En suma, todo un corte de mangas a todos aquellos que, durante años, suspiraban por una continuación de El regreso del Caballero Oscuro (empezando por la propia DC Comics). Lástima que a la luz de los resultados de los posteriores trabajos de su autor (incluyendo la demencial adaptación cinematográfica The Spirit) El regreso del Caballero Oscuro ya no se nos aparezca como un delirante escupitajo de bilis, sino como la constatación químicamente pura de la decadencia de una personalidad otrora imprescindible.